jueves, 26 de junio de 2008

Amor.

No tiene historia, no tiene ni pies ni cabeza. Sabe que escriba lo que escriba hoy no le va a gustar.
Cansada apaga el ordenador, desparrama todas las hojas anteriormente colocadas en un montoncito y observa el desastre sobre la mesa, satisfecha del resultado de su ira.
Está agotada, está dolida, el amor no llama y ella se ha cansado de esperar, las ideas no vienen y ella ha perdido la ilusión.
No llora, no ríe, no sueña, no desea por miedo a hacerse más daño.
No come ni bebe porque todo le sienta mal, y es que se hace tan eterno cada minuto y tan amargo cada sonrisa...
El dolor la consume por momentos sin remedio, no puede escapar si no toma una decisión.
Se dirige a su cama con la esperanza de conciliar el sueño, pero no puede. Hace días que no duerme, algo la atormenta y no sabe muy bien el qué.
¿Qué hacer en estas situaciones?
La gente normal toma antidepresivos, piensa; pero eso es una estupidez, al fin y al cabo tan solo es insomnio.
Pasan las horas dando vueltas entre sábanas y oye un ruido: una risa, no, mejor dicho; una carcajada. La puerta se abre y escucha perfectamente la conversación, no quiere oírla, sabe que no le gustará, y aún así agudiza el oído para entender...
que está siendo prisionera de una ilusión.

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