jueves, 26 de junio de 2008

Un sueño.

¿Por qué?
Cada vez que cierro los ojos, apareces tú, de pie, apoyado contra la pared, esperándome con una sonrisa y un ramo de flores bajo el brazo.
La chimenea está encendida, la habitación es cálida y acogedora, completamente desconocida.
Observo tu rostro iluminado tenuemente por las llamas anaranjadas del fuego, y oigo su chisporroteo, hipnotizante.
Noto mis piernas temblar. Me acerco despacio, pensando que cualquier cosa puede estropear este momento.
Tus ojos verdes, fijos en mí, se divierten observando juguetonamente como abro y cierro la boca, intentando hablar, pero las palabras no se deciden a salir, y yo me quedo temblando, exhausta de la emoción y ansiosa por oírte decir aquello que más deseo escuchar.
Comienza el juego: los dos recordamos, sentados en el sofá, viejos recuerdos de nuestra niñez y reímos como nunca antes hubiéramos podido imaginar.
Jugamos a adivinar lo que piensa el otro, un juego tentador y atrevido. Abrimos la botella de champagne, brindamos por lo que hasta ahora no tenemos, y ambos sentimos que la temperatura aumenta, y empieza a fluir entre nosotros.
Pero, por desgracia, no alcanzo a ver nada más.
Porque ya he abierto los ojos y estoy despierta. Rota por dentro, y quiero llorar, llorar como nunca antes he llorado. Y sentir las lágrimas fluyendo sobre mi rostro sin poder evitar que ya no sé qué debo hacer para poder estar junto a ti.
Y ahora, cada noche, temo cerrar los ojos, porque sé que cuando los abra, volveré a sufrir...
volveré a ser presa de un sueño sin fin.

0 Comments: